Las playas oaxaqueñas son el escenario ideal para liberarse del estrés cotidiano.
El viaje a Huatulco surgió repentinamente. Otra vez me invitaron a ser copiloto en un viaje laboral que prometía más paseo que trabajo y lo mejor: todos los gastos pagos. Como no puedo decir que no a un viaje a la playa, acepté inmediatamente. Los preparativos fueron mínimos. Nos esperaban muchas horas de carretera y había que estar en Huatulco a primera hora de la mañana.
Apenas me dio tiempo de consultar Google Maps para tomar nota de carreteras, distancias, tiempos y sugerencias de otros viajeros. Salimos de Puebla a las 2pm y llegamos a Oaxaca a las 6pm. Dimos una rápida vuelta por el centro y luego, siguiendo las anotaciones y corroborando con los letreros, buscamos la carretera 175.
Época de lluvias y el aguacero que no perdona. Lluvia torrencial saliendo de la capital oaxaqueña, tramos en construcción en el acceso a la carretera, subidas, desvíos, señalizaciones, lluvia y más lluvia, lucecitas rojas de los autos de adelante y al girar mi cabeza, una hermosa vista desde la altura de la ciudad de noche que se quedaba atrás.
La lluvia dejó de caer. Cada tanto atravesábamos algún pueblito, sus colores, su zócalo, sus carritos de comida, sus guirnaldas, su gente. Y volvíamos a insertarnos en la oscuridad del camino. Antes de adentrarnos en la sierra nos detuvimos en un retén militar, nos hicieron bajar del auto y lo revisaron. Todo muy tranquilo y seguimos viaje.
Qué bueno que no olvidé mi Dramamine (medicamento para prevenir náuseas y mareos). ¡Las curvas son interminables! Una tras otra, tras otra, tras otra, durante tres horas. Por momentos sentía que salíamos de una curva para volver a entrar en la misma curva como una cinta de moebius sin principio ni final, atrapadas en otra dimensión. La carretera, la vegetación frondosa, la oscuridad de la noche, el cuerpo ladeado por la curva, todo se repetía obsesivamente.
Por fin un letrero que anunciaba la proximidad de Pochutla, última población antes del entronque con la carretera 200 que tomándola hacia la derecha llega Puerto Escondido y hacia la izquierda a las Bahías de Huatulco. Cuando vi las primeras casitas y disminuyó la velocidad, bajé la ventanilla y entró el aire caluroso de la noche con aroma a tierra y vegetación frondosa mojadas por la lluvia. Pasando Pochutla nos desviamos por un camino secundario y aparecimos en un pequeño poblado. Era más de la 1:30 de la madrugada. Decidimos preguntar a un grupo de gente reunida en la vereda con música y cerveza. Nos habíamos equivocado y debíamos retomar la ruta 175 para llegar hasta la ruta 200 y de ahí salir directo a Huatulco. Llegamos al hotel a las 2am.
Un poco de historia
La leyenda cuenta que antes de la llegada de los españoles, un hombre blanco, cubierto con una túnica blanca arribó a las costas del actual Huatulco. Los indígenas identificaron a este hombre como Quetzalcoatl. El recién llegado colocó una gran Cruz de Madera en la playa para su adoración. Cuando los mexicas invadieron la zona, bautizaron al pueblo con el nombre de «Cuauhtolco» que significa «lugar donde se adora el madero» del cual derivó el nombre actual de Huatulco.
En la época de la dominación española las bahías fueron un importante puerto comercial que compitió con el venido a menos Puerto de Acapulco y su esplendor atrajo a famosos corsarios como Francis Drake y Tomas Cavendish.
Historia de playa «La entrega»
Durante el período del México Independiente, el presidente Vicente Guerrero vivió la sublevación de su vicepresidente Anastasio Bustamante a quien salió a combatir. En su ausencia el Congreso lo declaró “imposibilitado mentalmente para gobernar”y se vio obligado a buscar refugio en el sur del país. El gobierno de Bustamante se puso en contacto con el marino italiano Francisco Picaluga para capturar a Guerrero.

Cómo llegar a Huatulco?
Nos sacábamos fotos en el mirador cuando se acercó un militar de la caseta de vigilancia del lugar y nos dice: “ustedes estaban la otra noche en la carretera”. Pues sí, era uno de los soldados del retén.
Tour por la Bahías

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El copyright del artículo «Bahías de Huatulco, un paraíso en las costas del Pacífico mexicano», publicado en http://www.patadeperroblogdeviajes.com pertenece a Paula Ithurbide. Es necesario el consentimiento expreso de su autora para la publicación o reproducción, parcial o total, a través de medios impresos, online o a través de cualquier otro medio o formato.
Hola! Me encanta Huatulco! Veo que llevaste a tu perrito. Quisiera preguntarte si sabes que playas son petfriendly por allá, planeo llevar por primera vez a mi perrita :). Te felicito por tu blog, muy entretenido.
Hola Liliana, bienvenida al blog! En Arrocito y La Entrega estuvimos con perros, no se si actualmente está permitido. Creo que la forma de manejarse es preguntando en cada sitio con la esperanza de encontrar gente animalera con buena onda. Otra opción puede ser alguna playa privada de algún hotel que sea PetFriendly. Muchas veces la gente ve como es tu perrito y si lo ve tranquilo y educado lo aceptan. Si vas a Huatulco pásate de regreso por el blog y cuéntanos tu experiencia en esas playas. Abrazos para tí y tu perrita 🙂