Despedida de Bariloche, Argentina

Terminaron nuestros días en la Patagonia Argentina. Dejamos el sur del país con la tristeza de no haberlo recorrido como queríamos y con la esperanza de que las leyes se actualicen para  que podamos viajar con nuestros perros en transportes públicos terrestres.

El día amaneció soleado y ventoso. Bajamos  por nuestro último delicioso desayuno con tan bello paisaje.  Gracias a Lupita siempre hacemos amigos nuevos que se acercan a saludarnos y a contar anécdotas o mostrar fotos de sus familiares perrunos.

Finalizado el café con leche,  llega el momento de la despedida y buscamos a  Patricia  para agradecerle su atención y cordialidad de cada mañana en el comedor de Patagonia Hotel.

Lupita quiere agradecer especialmente todo el cariño que recibió.

Nos despedimos de toda la gente que trabaja en el hotel y les agradecemos por haber sido la parte bonita de un viaje complicado. Media hora después un taxi nos deja en el aeropuerto.  Apenas  podemos tomarnos una foto y entramos enseguida porque el viento es frío y muy fuerte.

Hacemos el check-in y la mujer que nos atiende en el mostrador de LAN queda enloquecida con Lupita y con la foto carnet de la cartilla sanitaria. A cada uno de sus compañeros que pasa cerca les muestra la foto y señala a Lupita.  Nos trata muy bien y nos comenta que nuestro vuelo está demorado y que el vuelo siguiente está cancelado razón por la que los pasajeros de dos vuelos deben entrar en uno solo. También nos dice que vamos a ser 3 «Pet In Cabin» y la noticia me da gusto pues es evidente que somos muchos quienes viajamos con nuestros familiares perrunos.

Nos preparamos para esperar y esas situaciones de espera-ansiedad son ideales para que empiecen los síntomas de los ataques de pánico. Busco un lugar cerca de los sanitarios, voy a mojarme la cara, trato de distraer el pensamiento, abrazo a Lupita y su presencia me tranquiliza bastante. Nos sentamos en una banca y nos saluda un matrimonio que espera la salida de su vuelo a Buenos Aires pero por Aerolíneas Argentinas. Los dos son muy amables y hablan mucho, enlazan un tema con otro, me preguntan por Lupita, me preguntan donde vivo, les digo que en México y se abre otra lista de preguntas que logran el objetivo de distraer mi mente y olvidar el ataque de pánico.

Nos movemos para estar cerca de la puerta de embarque y continuamos la espera atentas a los anuncios de nuestro vuelo.

Se nos acerca una mujer que vio a Lupita y nos pregunta qué se necesita para viajar con perros en la cabina del avión pues su hija tiene una perrita y esa información le será de utilidad. Le contamos los detalles y seguimos esperando el momento de embarcar.

Finalmente anuncian nuestro vuelo y tras cruzar el control previo a la sala de embarque le decimos adiós a San Carlos de Bariloche y a la Patagonia.



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