Pata de Perro

Andar de «pata de perro» significa ir de un lado a otro, viajar, pasear, ser un poco de allí, un poco de acá…

Mi historia comenzó con un accidente viajero:

Nací  en Buenos Aires, Argentina.

Los exámenes toxicológicos realizados a la cigüeña asignada para traerme a este mundo, determinaron que horas antes de tan importante trayecto, el pajarraco irresponsable asistió a una fiesta hippie en un reconocido aviario de París donde consumió alcohol y estupefacientes, cuyos efectos ocasionaron la pérdida de control de las facultades psicomotrices de quien llevaba al bebé dentro de un pañuelo atado a su pico.

Aquel fatal incidente marcó mi vida para siempre. Fui arrojada catorce mil kilómetros al sur del lugar que el destino le había elegido. Aclarar esta situación sobre mi origen tomó unos cuantos años: búsqueda de testigos, terapia psicológica, abogados, peregrinar en dependencias gubernamentales, etc.

Finalmente encontré mi lugar en el mundo en la ciudad de Puebla, México donde resido desde 2008, abandoné la terapia con éxito y obtuve mi verdadera y tricolor nacionalidad.

La cigüeña fue condenada a 25 años de prisión por consumo de sustancias ilegales y alteración de destino.


Me entusiasma llegar a una ciudad y empezar a recorrer su mapa, hacer mis propias combinaciones de calles y esquinas. Cuando el mar está lejos o me aburro de caminar las mismas veredas es momento de seguir viajando. Las bibliotecas públicas y mis amigos me prestan los libros que leo porque el saber ocupa lugar en la mochila y prefiero no acumular cosas materiales para poder viajar liviana. Tomo apuntes de lo leido, tomo fotos del camino, escribo y dibujo. Hace años que convivo con ataques de pánico y ansiedad.

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