Diseñado por el arquitecto japonés Toyo Ito e inaugurado en febrero 2016, este museo nos propone un recorrido interactivo por un interesante período histórico.
Lo primero que me llamó la atención al entrar, pasando la taquilla a mano derecha fue un gran salón con una versión en vitral del escudo de Puebla.
«Escudo de armas de Puebla de los Ángeles en el siglo XVIII – Los elementos vegetales y las rocallas que rodean el escudo de Puebla y que en este caso semejan también plumas de ángel, fueron motivos decorativos recurrentes en el rococó, estilo artístico del siglo XVIII que marcó la etapa final de la estética barroca.
Sobre los ángeles custodios se aprecian las iniciales «K.V.» de Karolus V o Carlos V, quien siglos atrás había otorgado a Puebla su escudo de armas.»
El recorrido comienza con la Ruta de la Nao de China también llamada Galeón de Manila. Así se conocían a las naves españolas que cruzaban el Pacífico una o dos veces por año entre el puerto de Manila (Filipinas) y los puertos de México: Acapulco (Guerrero), La Bahía de Banderas (Nayarit), San Blas (Nayarit), Cabo San Lucas (Baja California).
La ruta occidental desde Europa hacia el continente asiático fue una empresa cuya realización llevó más de 70 años. Comenzó con las exploraciones realizadas por Cristóbal Colón en Las Antillas y Centroamérica (entre 1492 y 1502). Posteriormente (1513), desde los bosques de Panamá, Vasco Núñez de Balboa avizoró lo que llamó La Mar del Sur, que Fernando de Magallanes denominaría Mar Pacífico al rodear Sudamérica durante su viaje de circunnavegación de la Tierra (1519-1521).
Tocaría al explorador español Ruy López de Villalobos llegar al archipiélago de las Islas del Poniente o de «San Lázaro» (1542), a las que rebautizó como Filipinas en honor del Príncipe de Asturias quien años después ascendería al trono como Felipe II.
La colonización española de las Filipinas fue viable con el descubrimiento del Tornaviaje (1565), hazaña de Felipe de Salcedo y Fray Andrés de Urdaneta. Así comenzó el circuito mercantil que facilitó a los barcos anclados an Asia retornar al Nuevo Mundo aprovechando el impulso de la corriente marítima Kuroshio, situada muy al norte deJapón. Esta corriente se unía a la del Pacífico Norte cuyo flujo culminaba en las costas de la Alta California.
El recorrido continúa en una sala de cine donde una breve proyección al estilo planetario nos deslumbra y presenta la época tema principal del museo.
En la próxima sala, la atención se la llevan la maqueta de la Puebla colonial y las pantallas que la rodean.
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«La ciudad de Puebla de los Ángeles, como Jerusalén y México Tenochtitlán, existió en el sueño de los hombres antes de haber sido construida sobre la tierra.»
Las salas y temas se suceden de manera dinámica y atractiva. Hay dos pequeñas salas de proyección, una para Literatura y otra para Teatro, ésta última escenificada alusivamente.
Ante un mundo cambiante en crisis, se desató una literatura caracterizada por la alegoría, la metáfora, la paradoja, el ingenio o los giros inesperados. La palabra fue la gran protagonista: explotando su sonoridad, musicalidad y diversidad de significados, los escritores se valieron de ella no solo para describir la realidad sino para crear una nueva.
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A la par de los temas religiosos, mitológicos o fantásticos hicieron su aparición los asuntos mundanos escribiéndose cada vez más en los idiomas de cada país y menos en latín. Se cultivaron notoriamente la poesía, el teatro y la prosa, consolidándose uno de los géneros más leídos hasta nuestros días: la novela.
La multiplicación de las imprentas y la cuantiosa producción de libros tuvieron un papel fundamental generando una circulación inédita de ideas y conocimientos. En barcos, cajones de mercaderes, ferias de libro y bibliotecas de universidades, conventos y casas señoriales, se conjuntaron hagiografías, catecismos y confesionarios; manuales de medicina, agricultura, minería, astronomía e ingeniería; crónicas y almanaques; así como libros de derecho, políticas, ciencias y filosofía, reflejo de todo lo que la sociedad barroca leyó.
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Espacios abiertos
El diseño limpio, despojado de todo ornamento nos permite concentrarnos en el acervo del museo que cuenta con pintorescos espacios abiertos: un ojo de agua en un patio interior, una terraza con vista a la Vía Atlixcayotl y una explanada con un lago artificial.
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Se destinaron cinco hectáreas de la Reserva Territorial Atlixcáyotl para la edificación del MIB a cargo del arquitecto japonés Toyo Ito, considerado uno de los más innovadores e influyentes del mundo y que en 2013 obtuvo el premio Pritzker (el premio más importante de la arquitectura).
Los aportes de Toyo Ito hacen del edificio un referente de la arquitectura contemporánea, un nuevo atractivo de la ciudad de Puebla, un homenaje a su gran patrimonio cultural e histórico.
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El museo cuenta con biblioteca, restaurante, sala para niños, auditorio, tienda, módulo de información, guardarropa, estacionamiento, audioguías, visita guiada y WI FI.
Al terminar tu visita no olvides tomarte una foto con las letras de Puebla y el MIB de fondo.
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Excelente museo para visitar incluyendo la maravillosa C.d de Puebla.
Gracias por compartir la experiencia.
Saludos.
Gracias Emilio por dejar tu comentario. Saludos!