Smoky, la primera perrita de terapia


En 1944, en la selva de Nueva Guinea, un soldado encontró a Smoky, una perrita yorkshire terrier de sólo 2 kilos, dentro de un cráter ocasionado por la explosión de una bomba durante la guerra. El cabo William «Bill» A. Wynne compró a Smoky por $6,44 dólares al soldado que la encontró. Y desde ese momento compartió con ella su vida, su comida y agua, siendo su inseparable compañera. Smoky viajó con él en su mochila durante toda la guerra, cerca de dos años. Dormía en una manta verde en la tienda con W. Bill Wynne.


El cabo Wynne no tenía experiencia en el adiestramiento canino, pero consiguió que realizara varias órdenes: le enseño a bailar vals, caminar en la cuerda floja, andar en scooter y a saltar aros. Al no ser un perro oficial de guerra no tenía derecho ni a asistencia médica ni a una dieta equilibrada. Rápidamente se convirtió en la mascota de la 26ª escuadrón SWPA Recon, y ganó el primer premio “Yank Down Under» en el concurso para la mascota de 1944 de la revista de “Yank” (un semanario para soldados).


Participó en 150 ataques aéreos, voló en 12 misiones de rescate de náufragos e incluso sobrevivió a un tifón en Okinawa. Durante la invasión de Luzón, después de sobrevivir a un ataque kamikaze aire-mar, el buque en el que iba el Cabo Bill Wynne llegó a tierra. Con su bolsa alhombro, su arma en la mano y la pequeña Smoky bajo el brazo, saltó al agua, que le llegaba a la cintura, y caminó los cuarenta metros hasta la costa.


Después que las tropas de EE.UU. capturaron el primer campo de vuelo en Luzón, tuvieron que colocar líneas telefónicas en la pista de aterrizaje, excavar y enterrar líneas, reparar la dañada pista, etc. y se encontraron con un problema: había que pasar un cable telegráfico dentro de una tubería de 22 cms. de diámetro que había por debajo de la pista de aterrizaje. En ese momento se llamó al cabo Wynne. ¿Pasaría Smoky por la alcantarilla? Él pidió cómo condición que si la perrita se quedaba atascada tenían que rescatarla.


El problema era que la alcantarilla no estaba totalmente despejada, en algunos lugares solamente había entre 3” y 4” pulgadas de espacio libre. Y como cuenta Wynne: le ató al cuello una cuerda con el cable y se puso al otro extremo de la tubería llamándola: “Ven, Smoky, vamos nena, vamos”. La valiente perrita entró por el tubo oscuro sólo confiando en la voz de su humano. Después de unos angustiosos minutos se vio aparecer dos ojitos ámbar y se le oía jadeante por el cansancio. Era ella, había cruzado los 23 metros de tubería. Wynee la abrazó y felicitó junto a toda la tropa, reconociéndosele así su gran obra, con lo cual se evitó tres días de trabajo para los soldados y la pérdida de vidas, ya que era muy peligroso el lugar donde se realizó ese trabajo. De esa forma quedaron restablecidas las comunicaciones para las fuerzas de EEUU y sus aliados.


Se le enseñó a saltar en un paracaídas especial desde una torre de 10 metros. Comía de las raciones de los soldados. Y se bañaba en el caso del cabo Wynne. Sufrió lo mismo que los soldados: el calor húmedo ecuatorial, kamikazes, tifones, la picadura de un ciempiés en la selva, etc. Y jamás se enfermó y no recibió ningún cuidado especial. Tampoco tuvo las dolencias en las patas típicas de los perros de guerra al andar y correr sobre los corales. Sobrevivió 18 meses junto con sus compañeros en pleno combate, avisándoles con sus ladridos para que se protegieran si advertía peligro.


Smoky montaba un scooter en Filipinas. El traje de payaso que lleva fue realizado por una mujer filipina y está hecho con la tela de un paracaídas. Durante unos meses en los que estuvo separada de Bill, tuvo una cría. No tuvo infecciones ni hemorragias, a pesar de la precariedad en la que se encontraba y lo pequeña que era, tanto ella como su cría estuvieron bien de salud.

Terminada la guerra una regulación del ejército prohibió que algún perro o mascota volviera a EE.UU en un barco del Departamento de Guerra. En esas condiciones se ideó un plan de encubrimiento: el viaje en el barco de regreso a casa, a Cleveland, Ohio, lo hizo oculta en un estuche de la máscara de oxígeno. ¿Cómo el cabo Wynne iba a dejar abandonada a Smoky? No podía.

El 07 de diciembre de 1945 llegaron a casa y pronto se convirtió en la sensación nacional. Durante los siguientes 10 años fueron a Hollywood y a las televisiones a contar su historia y a realizar sus trucos. También visitaban los hospitales de los veteranos de guerra para animarlos.


Smoky es el primer perro documentado que ayudó en las terapias después de haber servido a las tropas en un sin número de hospitales militares. Como Bill Wynne escribe en su libro “Yorkie Doodle Dandy”:
“Con la presencia de Smoky los enfermos graves sacaban una sonrisa… Y con ese momento de felicidad estos enfermos sacaban fuerzas para no caer en la locura… Mi Yorkie Doodle Dandy podía hacer que los estadounidenses en la guerra olvidaran sus problemas con sólo observarla perseguir a las mariposas gigantes… «


Un voluntario de la Cruz Roja le hizo una manta-saco, hecha de lana de fieltro verde de un mantel para que tuviera un traje de salida. Cuenta Wynne que le pegaron a lo largo un parche de la 5ta Fuerza Aérea con rayas de cabo. Una insignia de EE.UU., un botón de la hélice de bronce, un parche foto triangular, dos períodos de seis meses en el extranjero, una cinta asiática del Pacífico y una cinta de buena conducta, completaron la decoración. Fue acreditada con 12 misiones de combate y 8 estrellas de batalla, perteneciendo a las 5ª fuerza aérea y al escuadrón 26.


La pequeña perrita sirvió fielmente durante 13 años y un año después, el 21 de febrero de 1957, el cabo Smoky falleció a la edad aproximada de 14 años. El 22 de febrero, en el cumpleaños de George Washington, fue enterrada por la familia de Wynne dentro de una caja de municiones calibre 30 de metralla de la Segunda Guerra Mundial, debajo de su monumento en Cleveland Metroparks.

Hoy Smoky tiene varios monumentos a nivel nacional e internacional. Después de 50 años, durante el día de los veteranos, el 11 de noviembre del 2005, se realizó una ceremonia dedicada a su memoria y a todos los animales de guerra en Australia y se colocó una estatua con un yorkie dentro de un casco de guerra; escultura realizada por Susan Bahary en el Royal Women’s and Brisbane Hospital en el centro de Brisbane.

En 2010 se presentó el libro “Yorkie Doodle Dandy” en la inauguración de la Exposición de Perros de Guerra en el Museo Nacional de la Segunda Guerra Mundial en Nueva Orleans, LA.


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