Tiene mi corazón cautivo para siempre y en cada visita a la Ciudad de México trato de hacerme una escapada a sus calles y a sus encantos.
Mi lugar favorito en la capital es Coyoacán porque además de su atractivo bohemio, artístico e histórico, en sus calles y su aire de junio se quedó un amor bonito y muy breve que le puso color a aquellos primeros días en México.
Coyoacán significa “lugar de los que tienen o poseen coyotes” y deriva del náhuatl: coyotl (coyote), hua (posesión) y can (lugar). Se ubica en el centro exacto de la Ciudad de México y es una de sus 16 delegaciones.
Sus primeros habitantes se calculan en los años 1000 a 600 a.C. En el año 1521 fueron testigos de la llegada de los españoles y desde entonces es un sitio emblemático en la historia de la Ciudad de México y del país.
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Los Viveros
Es un espacio verde, un gran pulmón de la ciudad, con una pista de arcilla en su perímetro que diariamente recibe mil caminantes y deportistas. Tiene muchos senderos internos, áreas con bancas y hay ardillas que acompañan a los visitantes con sus rápidas apariciones. No se puede ingresar con animales porque es un Parque Nacional administrado por SEMARNAT.
El departamento que habité en Coyoacán estaba frente a Los Viveros.
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El balcón estaba ideal para tomar mate mirando el verde de los árboles, el movimiento urbano y las idas y venidas del Turibus.
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La casa de Frida Kahlo
La Casa Azul donde vivió Frida está en la calle Londres 247, a sólo siete calles de donde yo vivía. Fue muy bonito poder estar allí el día en que se celebraron los 100 años del nacimiento de la pintora. Visité esta Casa-Museo cuatro veces y me gusta pensar que a Frida la voy a visitar como se visita a una amiga, cada vez que ando por sus rumbos.
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La casa de Trotsky
A 6 cuadras de la Casa Azul, está el Museo Casa de León Trotsky. Un lugar imperdible lleno de historia y teñido con el color de la tragedia.
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Café Jarocho
Otro de mis sitios favoritos: este clásico café y sus sucursales al paso en varios puntos de Coyoacán.
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Zócalo y Fuente de los Coyotes
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Esta fuente y escultura de Gabriel Ponzanelli, alusiva a la toponimia de Coyoacán, fue creada a principios de los años ochenta y se encuentra en el Jardín Centenario. Es un ícono de esta delegación.
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Mercado de Coyoacán
Famoso por su colorido y tradición, el mercado es un ícono de este barrio. Además de verduras, carne, abarrotes y materias primas, el Mercado de Coyoacán ofrece antojitos, comida corrida, jugos y licuados, una amplia variedad de artesanías, disfraces, ropa típica, ropa de moda, juguetes tradicionales mexicanos, plantas, regalos, cerrajeros y locales de venta y reparación de celulares.
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Se inauguró en 1921 en las calles Cuauhtémoc y Agüayo. En 1956, el Mercado de Coyoacán fue reubicado a la calle de Allende, entre Malintzin y Xicoténcatl, un espacio más amplio que es el que ocupa actualmente.
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Plaza de la Conchita y Casa de la Malinche
Cuando el conquistador español, Hernán Cortés, llegó a Coyoacán mandó construir La Capilla de la Purísima Concepción más conocida como iglesia de “La Conchita” sobre lo que era un centro ceremonial prehispánico (un altar tolteca) y donde se celebró la primera misa en la región. Su construcción barroca data del siglo XVII, la cruz que vemos hoy en el centro de la plaza es una réplica de la original.
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El 8 de diciembre de cada año se celebra la fiesta patronal del barrio de la Purísima Concepción. En 1932, la iglesia y la plaza fueron declarados por decreto como monumentos históricos de México.
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La Casa Roja, también conocida como ‘Casa de la Malinche’ no se encuentra abierta al público. Resalta su fachada de tezontle y argamasa que se encuentra también en otras construcciones características de la zona.
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Este hermoso edificio virreinal es una de las construcciones más antiguas de Coyoacán; sin embargo resulta errónea la atribución popular que se hace de este recinto al nombrarla Casa de la Malinche, ya que seguramente se trató de un obraje y de cárcel local hacia el siglo XVIII.
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Iglesia y puente de Panzacola
Se encuentra cerrada al público. Una placa de talavera la denomina como “capilla de San Antonio de Padua, Hermanos Franciscanos”.
Existen dos versiones sobre su origen: una indica que fue construida por el conquistador Pedro de Alvarado, quien vivía en la calle que hoy se conoce como Francisco Sosa (que inicia en este punto hacia el centro de Coyoacán); la segunda versión menciona a una familia del siglo XVI que en agradecimiento por un milagro recibido construyó esta iglesia dedicada a San Antonio de Panzacola.
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El Puente de San Antonio Panzacola sirvió de paso obligado entre San Ángel y Coyoacán. Es uno de los pocos puentes virreinales que se conservan intactos en la Ciudad de México.
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Estos son sólo algunos de los bellos rincones que tiene Coyoacán. Seguramente tú puedes explorar más y hacer tu propio mapa geográfico y emocional de este pintoresco e inigualable barrio de la capital mexicana.
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Cómo llegar
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